Sesiones de Ballets Folkloricos
Ballet Folklorico Ritukari
Houston, Texas.
Director: Gerardo Moreno











Los bailes folklóricos de México son un canto al alma de nuestra tierra. Cada movimiento, cada giro de falda, cada zapateado, lleva consigo siglos de historia, de identidad y de orgullo. Son más que danzas: son tradiciones vivas que hablan con el cuerpo lo que las palabras no alcanzan a decir.
Fotografiar un baile folklórico es intentar capturar lo que se mueve entre el color y el ritmo. Es detener el tiempo justo cuando el vestido vuela como fuego o cuando los pies golpean la tierra con fuerza y pasión. En cada imagen se esconde una fiesta, una raíz, un pueblo entero contando su historia.
La luz en los rostros, la intensidad de los trajes, la entrega de los cuerpos en movimiento… todo se convierte en poesía visual. A través de la fotografía, estos instantes se vuelven eternos. Se conservan no solo como recuerdo, sino como homenaje a la cultura que nos forma y nos une.
Porque cada baile folclórico no solo se ve: se siente. Y cuando una cámara lo capta con el alma, logra que esa emoción viva para siempre.
Ballet Folklorico Omawari
Pueblo, Colorado
Directora: Iskra Merino






La riqueza del folklor mexicano se manifiesta en la diversidad de trajes típicos que representan a cada estado de la República. Estos atuendos no solo reflejan la identidad cultural de cada región, sino que también son expresiones artísticas que combinan historia, tradición y creatividad.




Ballet Folklorico Al son del Foklore
Amarillo, Texas
Directores: Isabel Medina y Jesus H Chavira







No siempre se necesita una gran producción para capturar algo que realmente importe. A veces, lo único que hace falta es estar presente, sentir el momento y dejar que el corazón decida cuándo apretar el disparador. Porque los recuerdos irrepetibles no avisan: llegan de pronto, en una mirada, en una risa, en ese instante fugaz que dice todo sin palabras.
Con un Iphone en la mano, la posibilidad de inmortalizar esos momentos está siempre al alcance. Su cámara no solo registra una imagen, sino que traduce emociones en luz, detalles en memorias, instantes en eternidad. Y lo más hermoso es que no necesitas preparar nada. Solo necesitas estar.
Porque al final, no importa tanto el equipo, sino la conexión con lo que estás viendo. Lo irrepetible no se fabrica, se siente. Y cuando logras capturarlo, aunque sea con un dispositivo que cabe en tu bolsillo, se convierte en un recuerdo que te acompaña para siempre.












Hay fotografías que no solo se ven… se sienten.
Porque hay imágenes que atraviesan los ojos y llegan directo al corazón. Que, sin decir una palabra, nos envuelven con la emoción del momento que capturan: un abrazo que reconforta, una mirada que habla, una risa que suena aunque no la escuches.
Las fotografías hechas con el alma tienen la magia de detener el tiempo y despertar memorias que creíamos dormidas. Te hacen volver a ese instante, o incluso sentir uno que nunca viviste, pero que reconoces en lo más profundo de ti.
Ver una foto y sentir un nudo en la garganta, una sonrisa inesperada o una lágrima silenciosa… eso es arte. Eso es conexión. Eso es lo que sucede cuando una imagen nace del corazón.
Porque al final, las fotografías más valiosas no son las más perfectas, sino las que logran tocar el alma sin decir una sola palabra.